Los jóvenes se quedan sin casa mientras que sus padres acumulan cada vez más propiedades

La brecha de desigualdad se enquistó en plena crisis contra los hogares vulnerables, que perdieron renta frente a la bonanza de las familias con más patrimonio, según el Banco de España

EL CORREO. José María Camarero Martes, 14 de mayo 2024

Las dos crisis económicas derivadas de la la pandemia y la inflación tras la guerra de Ucrania han dejado una sociedad mucho más desigual que la que había antes de esos impactos económicos con una clara línea divisoria: la de los jóvenes y los hogares con menos posibilidades frente a la de sus padres y familias con mayor patrimonio. En el primer caso disponen de menos renta y una situación económica agraviada por la falta de vivienda. Mientras que en el otro grupo, disponen cada vez más de dinero, lo que les sirve incluso para hacerse con una parte del mercado inmobiliario más allá de sus viviendas habituales.

El panorama de la vivienda es uno de los más sombríos que ha mostrado hasta ahora la Encuesta de Financiera de las Familias del Banco de España, donde constatan el continuo descenso de hogares propietarios de casos, que ha pasado de casi un 74% en 2020 a un 72% dos años después. Aunque el supervisor bancario apunta que hay «caídas generalizadas» en toda la población, destaca como la tasa de propiedad de los más jóvenes -de quienes tienen menos de 35 años- se ha desplomado hasta representar apenas un 31,8% del total. Es decir, ni siquiera un tercio de los jóvenes disponen de una vivienda propia, cuando hace una década era más de un 60% de este colectivo el que disponía de alguna casa suya para vivir.

Al mismo tiempo, sus progenitores, o al menos el colectivo de población que supera los 55 años ade edad, sí que acumulan en su patrimonio viviendas en propiedad de forma prácticamente unánime. Así ocurre entre quienes van acercándose a la jubilación o bien ya se encuentran retirados, con un porcentaje de propiedad de viviendas que supera ampliamente el 80%.

En todos estos movimientos del ladrillo se está dando un cambio especial que afecta a los mayores de 55 años pero con un impacto en el resto de la sociedad. Aunque la vivienda principal es el principal activo de los españoles, cuyo valor representa más de la mitad de su patrimonio, «va perdiendo peso relativo en favor de otras propiedades inmobiliarias y negocios a medida que aumenta la riqueza neta», según el Banco de España. Es decir, que una parte de la población acumula cada vez más segundas y terceras residencias, además de garajes, solares y otro tipo de activos inmobiliarios en su patrimonio.

De hecho, después de la vivienda principal, los dos activos de mayor peso son los constituidos por otras propiedades inmobiliarias, que representaban 35,7% de los activos reales, y por los negocios relacionados con actividades por cuenta propia de algún miembro del hogar, que suponían el 10,1% de los activos reales.

Además, son los hogares con menos recursos los que también van perdiendo la capacidad que antes tenían para acceder a un piso o casa propios. El Banco de España constata que entre las familias con menos ingresos apenas un 55% se encuentran en esa situación, frente a la media del 72% del conjunto de España, frente a quienes más dinero tienen, cuyo nivel de propiedad roza el 90% de los casos, según el informe del supervisor.

Los pobres, más pobres

La desigualdad no solo se ha dejado sentir en el caso de la propiedad, sino también en el nivel de renta de cada segmento de la población. De hecho, el informe del Banco de España lo deja meridianamente claro: Se observa en 2022 «un aumento de la desigualdad con respecto a la distribución de la renta de 2020». Señala que la renta anual media de los hogares españoles era de 43.100 euros y que la renta mediana -la más habitual, la que más veces se repite- alcanzaba los 32.400 euros.

De hecho, en términos generales, la renta media de los hogares habría aumentado casi un 4% con respecto a cuatro años antes, justo en 2019 cuando la pandemia no había llegado. «Estos aumentos implican que, tras las caídas generalizadas observadas en la renta entre 2010 y 2013, continuó la tendencia de crecimiento observada desde ese último año, pero con aumentos mucho más moderados y no tan generalizados como los observados entre 2013 y 2019», señala el supervisor.

Sin embargo, alerta que si se compara la evolución por niveles de renta, hay datos «muy dispares» que afectan directamente a la desigualdad. Así, mientras que en los hogares con menos ingresos (aproximadamente, más de la mitad) su renta mediana se mantuvo prácticamente sin cambios, se observan “aumentos importantes” en al menos una tercera parte de las familias, cuya renta se ha incrementado de forma considerable, e incluso lo ha hecho más de un 11% entre los más ricos de la sociedad.

Además, los hogares más jóvenes, aquellos cuyo cabeza de familia trabajaba por cuenta propia, los que tienen un cabeza de familia con menores niveles educativos, los que no eran propietarios de su vivienda y aquellos con menor renta habían experimentado incrementos sustanciales en la renta mediana hasta 2019. Pero desde ese año, «se observan caídas de la renta importantes». «Esto supone una interrupción en las mejoras de la renta mediana que se venían observando en estos grupos desde 2013, tras las fuertes caídas que se produjeron a raíz de la crisis financiera iniciada en 2008», según admite el Banco de España.

Fuente: El Correo. Edición digital del 15/05/2024.

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