Educación atiende este curso 93 casos de conducta suicida en Navarra

Los protocolos y la pandemia disparan los casos: de 28 en 2018-19 a 179 en 2022-23. El reto: dotar de herramientas al profesorado e invertir en educación emocional para minimizar el malestar del alumnado. Proyecto 21 propone un recursos terapéutico de asistencia emocional exclusivo para adolescentes y jóvenes en toda Navarra.

La Asesoría de Convivencia del Departamento de Educación activó el pasado curso 179 protocolos por conducta suicida, una cifra muy superior a los 28 casos de 2018-19. Para la jefa de la sección de Igualdad y Convivencia, Itziar Irazabal, este aumento se debe a que existe una mayor sensibilización sobre la ideación suicida, gracias a los protocolos, y a los efectos de la pandemia, más intensos en la adolescencia. En lo que va de curso se han atendido 93 casos si bien Irazabal cree que las atenciones totales serán similares “ya que en primavera se suelen activar bastantes protocolos”.

El Consejo Escolar ha organizado para hoy viernes y mañana sábado unas jornadas sobre Prevención, detección e intervención ante casos de ideación suicida. El encuentro está especialmente dirigido a personal docente y directivo de centros educativos. Tiene como principal objetivo reflexionar sobre el rol del contexto educativo en la Promoción del Bienestar Emocional y la Prevención de Dificultades de Salud Mental entre su alumnado, así como brindar herramientas útiles que permitan orientar las actuaciones del claustro docente en este ámbito.

Desde la Asesoría de Convivencia abogan por dar más espacio a la educación emocional en los centros. “Las atenciones que hacemos (acoso, conflicto, conducta suicida), reflejan que hay malestar entre el alumnado”, reflexiona Irazabal. Y para minimizarlo hay que invertir en educación socioemocional. “Debemos cuidar al profesorado y dotarles de herramientas para que se sientan acompañados y seguros a la hora de ayudar al alumnado”, afirma.

La conducta suicida asusta al profesorado. “Para un docente tiene mucho impacto y más si lo ve el resto del alumnado. Nosotros les ayudamos y orientamos pero no todos se ven capaces”, explica. En 2013-14 se creó un protocolo, en coordinación con otros departamentos, cuerpos policiales y asociaciones, que contempla verbalizaciones, autolesiones o intentos de suicidio. “Si hay un intento lo primero es llamar al 112 y contactar con la familia. Una autolesión significa muchas veces una solicitud de ayuda”, reconoce Irazabal que valora el trabajo en red. “La familia contacta con salud mental para que valore el riesgo de conducta suicida y si va a necesitar ayuda. Y esa información se debe trasladar al centro para dar una respuesta educaiva adecuada”, zanja.

JOAQUIM PUNTÍ VIDAL Psicólogo clínico y profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona: “Los adolescentes ven en la conducta suicida una solución a problemas desadaptativos”

El psicólogo clínico catalán afirma en las jornadas del Consejo Escolar que existen datos de que las generaciones actuales son menos resilientes y aboga por visibilizar relatos positivos de la adolescencia más allá del malestar emocional

¿Cuáles son las señales de alerta de una conducta suicida?

–La principal es la verbalización de los pensamientos de suicidio. También hay que estar atentos a aspectos de la conducta general del adolescente, en especial, si se ven cambios relacionados con un empeoramiento de su estado de ánimo, como por ejemplo, aislamiento social, pérdida de interés por cosas, abandono escolar, consumo de sustancias, abandono de actividades de ocio, ausencia de planes de futuro… Frente a una verbalización suicida es importante conocer cuánto hace que tiene esos pensamientos, frecuencia, que los motivan y como de elaborada está esa ideación. Si el adolescente explica una planificación suicida inminente, se debe mantener acompañado por un adulto y acudir a urgencias de psiquiatría.

Una vez hay un diagnóstico, ¿cuál es su tratamiento?

–En el caso que la ideación suicida se dé en el contexto de una enfermedad mental, se debe tratar dicha enfermedad. En la medida en que ésta mejore, es de esperar una disminución del riesgo e ideación suicida. Es importante mantener al adolescente en la comunidad y que haya una coordinación entre los servicios educativos y salud mental, para asegurar su progreso educativo. Tener formación en los principales trastornos de salud mental por parte del profesorado es clave para dar la respuesta adecuada a este alumnado frente a las necesidades educativas específicas derivadas de sus problemas de salud.

«La principal es la verbalización de los pensamientos de suicidio. También hay que estar atentos a aspectos de la conducta general del adolescente, si se ven cambios relacionados con un empeoramiento de su estado de ánimo»

¿Cómo prevenir en las escuelas las conductas suicidas?

–La ideación y la conducta suicida no tiene una única causa, y más allá de la enfermedad mental, muchos adolescentes que expresan o realizan intentos de suicidio no tienen propiamente una enfermedad mental, sino que no saben enfrentar las adversidades o problemas de la vida (conflictos interpersonales con iguales, dificultades académicas). Tampoco saben manejar las emociones normales como la soledad, la decepción o la tristeza ante una ruptura de pareja, por ejemplo. Frente a estas situaciones, los adolescentes actuales han incorporado una estrategia de solución a sus problemas desadaptativa como es la conducta suicida. Existen datos que sugieren que las generaciones actuales son menos resilientes que las pasadas. ¿Qué se puede hacer desde la escuela? Trabajar con los adolescentes el desarrollo de habilidades de tolerancia al malestar, regulación emocional frente a estados negativos, promover habilidades de solución de problemas, favorecer la socialización y la vinculación a entidades para crear un sentido de pertenencia de grupo.

«La pandemia sí supuso un incremento muy significativo del número de casos, especialmente en los intentos de suicidio realizados por chicas»

En ocasiones se achaca el aumento de casos de adolescentes con conducta suicida a la pandemia…

–No todo es culpa de la pandemia. El incremento de casos de adolescentes con conducta suicida ya inició algunos años antes, pero la pandemia sí supuso un incremento muy significativo del número de casos, especialmente en los intentos de suicidio realizados por chicas. La pandemia supuso un estresor añadido. Por otro lado, se ha producido un cambio en la construcción social de lo que significa ser adolescente hoy. En el pasado la adolescencia se relacionaba con la rebeldía, la idea era la de un adolescente enfadado contra el mundo, pero ahora esa visión se ha modificado hacia un adolescente que siente la vida como una angustia a enfrentar, que conecta con el malestar emocional y se plantea la autolesión y el suicidio como escape. Muchas series también incorporan esta visión lánguida de la adolescencia e incluso el suicidio o la autolesión. Hay que empezar a visibilizar desde los medios de comunicación y los productos culturales relatos positivos y alternativos de la adolescencia más allá del malestar emocional, adolescentes corrientes que lidian con sus vidas normales.

“Antes la adolescencia se asociaba a rebeldía; ahora siente la vida como una angustia a enfrentar”

¿Hay más problemas de salud mental o ahora se habla más sobre ello?

–Ambas cosas son ciertas. Desde la pandemia han aumentado algunos trastornos mentales como la depresión, la ansiedad y los trastornos de la conducta alimentaria, pero también se visibiliza mucho más en los medios. Es importante diferenciar el malestar emocional de los trastornos mentales. El malestar emocional no es una enfermedad y forma parte de la vida. El objetivo no es abolirlo sino saber qué hacer cuando aparece y aprender a tolerarlo. Los trastornos mentales requieren de un tratamiento específico, son enfermedades.

Fuente: Diario de Noticias. Edición digital. 11/05/2024

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